Hay una idea que ronda la cabeza de muchos cuando se habla de deudas, créditos y problemas económicos
Hay una idea que ronda la cabeza de muchos cuando se habla de deudas, créditos y problemas económicos: “Si no puedo pagar, el banco se quedará con mi casa y listo.” Pero lamento decírtelo, no es tan simple. Y más importante aún: el banco no quiere tu vivienda. Ni tus naves, ni tu apartamento de la playa. Mucho menos tu coche.
Imagina esto. Te acercas al banco con la esperanza de conseguir un préstamo para tu negocio, para tu casa o incluso para tapar otro agujero económico. Y ahí están, sentados frente a ti, escuchando tu historia. Tú piensas que tener un piso como garantía será suficiente, que eso lo soluciona todo. Pero para la banca, esa propiedad no es más que un mal menor. Lo que quieren es recuperar el dinero que te prestan. Ni más, ni menos.
¿Por qué el banco no quiere tu vivienda? Porque una vivienda no paga facturas, no genera rentabilidad y, lo peor para ellos, es una carga. Si te embargan la casa, tienen que venderla, y en muchos casos, esa venta no cubre ni el total de la deuda. Mientras tanto, gestionarla les cuesta tiempo, abogados y dolores de cabeza.
El negocio de la banca no es acumular ladrillos, es mover dinero.
Hace no tantos años, durante la crisis inmobiliaria, los bancos se llenaron de pisos, solares, locales comerciales y hasta naves industriales. La gran mayoría de ellos los tuvieron que malvender. Perdieron miles de millones. Por eso, ahora no quieren repetir la historia.
El error común es pensar que el banco está deseando quedarse con tus bienes, cuando en realidad, lo que quieren es que les demuestres que eres capaz de devolver lo que te prestaron. Si tienes una vivienda y no puedes pagar, el banco tendrá que hacer lo posible por embargártela, sí, pero no porque les entusiasme hacerlo, sino porque es su último recurso para evitar pérdidas.
Por eso, antes de pedir financiación, plantéate algo esencial: ¿tienes un plan para devolver ese dinero? Porque no basta con mostrar garantías físicas. Necesitas demostrarle al banco que tu flujo de ingresos cubrirá la deuda. Y aquí es donde muchos fallan.
¿Y si el banco te dice que no? Hay opciones, claro. Desde las Sociedades de Garantía Recíproca hasta plataformas de financiación alternativa. Pero antes de buscar alternativas desesperadas, asegúrate de entender lo básico: el dinero prestado tiene que generar más dinero, o lo acabarás pagando con sangre.
El gran problema de muchas familias y empresas es que se lanzan al crédito con la idea de que, si todo falla, siempre habrá un colchón: la propiedad. Pero ese colchón es más bien un clavo ardiendo. El banco no es una ONG, pero tampoco es un depredador que quiere arruinarte la vida quedándose con tus bienes. Solo quiere que les devuelvas lo prestado.
Así que la próxima vez que te plantees un préstamo, recuerda: tu vivienda no es la salida de emergencia. Es solo una herramienta, y si no sabes cómo utilizarla, terminará quemándote.