La floración del olivo marca el inicio real de la campaña y condiciona el potencial productivo del árbol. Su éxito depende de múltiples factores, y mayo es el mes decisivo para que todo encaje
En las principales zonas olivareras de España, el mes de mayo representa uno de los momentos más delicados del año para el olivo: la floración. Este proceso, que culminará en el cuajado del fruto, es vital para garantizar una campaña productiva y equilibrada. Una buena floración no solo es indicio de salud del árbol, sino que también define la cantidad de aceituna que podrá desarrollarse en los meses posteriores.
Un proceso sensible al clima y a la gestión agronómica
La floración del olivo está influenciada por la climatología acumulada desde el invierno. Las temperaturas suaves, la ausencia de heladas tardías y una humedad relativa adecuada favorecen su correcto desarrollo. Sin embargo, las lluvias intensas, el viento o los golpes de calor pueden interferir negativamente, reduciendo la tasa de floración efectiva o dificultando la polinización, que en el olivo es mayoritariamente anemófila (por viento).
Además, el olivo tiene una biología muy particular: no todas las flores son fértiles y no todos los años produce por igual. Por eso, la gestión nutricional y fitosanitaria en esta etapa es fundamental para compensar desequilibrios y preparar al árbol para el cuajado.
La importancia de las aplicaciones foliares
Durante esta fase, muchos técnicos recomiendan reforzar la nutrición con aplicaciones foliares ricas en micronutrientes (como boro o molibdeno), así como productos bioestimulantes que mejoren la resistencia del árbol frente al estrés.
En este sentido, empresas como AgroStock han desarrollado soluciones específicas para maximizar la eficacia de estos tratamientos. Un ejemplo es el adyuvante Pampercrop® Soyalec, a base de lecitina natural, que no solo mejora la penetración y cobertura de los tratamientos foliares, sino que estimula las defensas naturales del olivo, un aspecto clave en momentos de alta demanda fisiológica como la floración.
Pampercrop® Soyalec está formulado sin residuos, es apto para agricultura ecológica y no genera espuma, lo que facilita su aplicación en cualquier fase del cultivo, incluso en postcosecha.
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Polinización, sanidad vegetal y sostenibilidad
Otro aspecto a tener en cuenta en mayo es la presencia de polinizadores naturales, como insectos, aunque en el caso del olivo su papel es más limitado. No obstante, mantener una sanidad vegetal óptima y evitar tratamientos que puedan afectar a la biodiversidad es una prioridad, especialmente en el contexto actual de producción sostenible.
El olivo es una especie rústica, pero no invulnerable. En esta época pueden aparecer enfermedades como el repilo (Spilocaea oleagina) o plagas como el prays, que en su fase antofaga puede dañar directamente las flores. Aquí también es importante el uso de productos que respeten el equilibrio del ecosistema del olivar y minimicen los residuos.
Preparando la campaña desde la flor
La floración no garantiza una buena cosecha por sí sola, pero es el primer paso ineludible para alcanzarla. Una gestión agronómica inteligente, adaptada a cada finca y acompañada de tecnologías como sensores, estaciones meteorológicas o productos bioactivos, puede marcar la diferencia.
En definitiva, mayo es el mes donde se decide buena parte de la campaña del olivo. Acompañar al árbol con decisiones técnicas responsables, apostar por una agricultura sin residuos y maximizar la eficiencia de cada tratamiento son claves para afrontar con garantías el resto del ciclo.

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