El plazo para presentar las solicitudes para la trigésimo segunda edición finalizará en próximo 28 de mayo
Una vez entregadas las becas de la Fundación Joaquín Torres de Mequinenza correspondientes a la convocatoria de 2024 se han hecho públicas las de la trigésimo segunda edición que se corresponde con la convocatoria de 2025. Los universitarios mequinenzanos que quieran solicitar estas ayudas tienen de tiempo para presentar las correspondientes solicitudes hasta el 28 de mayo. Las bases pueden consultarse en la web del Ayuntamiento de Mequinenza.
Estas ayudas son complementarias a otras becas y son posibles a la generosa donación de Joaquín Torres, un mequinenzano que hizo fortuna en Latinoamérica en el mundo editorial. Para poder percibirlas, los estudiantes que la soliciten deben cumplir los requisitos fijados en las bases de las convocaría. Deberán, al menos, estar cursando segundo de la carrera universitaria escogida, reunir los requisitos académicos que el Estado exige en la legislación de becas, haber solicitado beca al Estado y haber residido los últimos 10 años ininterrumpidamente en Mequinenza.
En la anterior convocatoria se entregaron un total de 29 becas, en un acto celebrado en la Sala Goya a finales del mes de abril, por un importe de 17.400 euros. Tras más de tres décadas de vida, la Fundación Joaquín Torres ha otorgado 790 becas por un importe cercano al millón de euros.
Joaquín Torres Arbiol
Joaquín Torres Arbiol es el emigrante ultramarino más notable y generoso de Mequinenza. Nació en el Poble Vell, el antiguo núcleo urbano de la localidad desaparecido por la construcción del embalse de Riba-roja, el 8 de junio de 1901 y falleció en Buenos Aires el 10 de agosto de 1991.
Este filantrópico mequinenzano dejó su villa natal a los 21 años para hacer el servicio militar en Madrid. Allí y como producto de una serie de casualidades acabó entrando a trabajar en la editorial Espasa, la futura y potente Espasa Calpe.
Tan relevante debió de ser su desempeño en la empresa que poco después, en 1926, la editorial le envió a Buenos Aires al objeto de crear una filial o delegación en la capital de Argentina. Compatibilizó su trabajo además, como comercial de otras editoriales españolas como Seix Barral y Cervantes. Se dedicó a detectar ediciones clandestinas, fraudulentas, sobre todo las venidas de Chile, así advertía a editoriales y librerías para impedir su adquisición, luchando así contra la piratería. En el año 1931 se convirtió en propietario de la editorial Juventud Argentina.