Alfonso Callejero: El hotel de Candasnos, el sucio precio de la fruta y el odio

callejero octubre

Artículo de opinión de Alfonso Callejero, sobre la noticia del desalojo de dos inmuebles con temporeros hacinados en Candasnos

Esta semana, en Candasnos, salió a la luz una noticia de las que nos debería avergonzar como sociedad: un centenar de temporeros hacinados en un viejo hotel en condiciones insalubres, sobrepasando varias veces su capacidad y obligados a pagar por dormir apretados como sardinas; un auténtico “todo incluido” de miseria y abuso.

Estas noticias nos recuerdan que hay redes que han encontrado en la vulnerabilidad del migrante el paraíso neoliberal que esquilma en base a mano de obra barata y explota la desesperación y necesidad. Mientras tanto, algunos políticos susurran cantos de sirenas, señalando a los migrantes como «ilegales» y cultivando el miedo: como esa valla de cierta formación ultraderechista en Huesca que colocaron estos días atrás.  

¿Dónde está la complicidad con el discurso del odio? No en los temporeros que cruzan fronteras buscando trabajo digno, sino en quienes miran para otro lado: empresarios piratas, instituciones que se tapan los ojos, de forma oportuna, y dirigentes locales que modulan su indignación según les convenga, mientras otros impulsan discursos de odio y miedo contra migrantes que en su mayoría, buscan ganarse de la mejor manera el pan de cada dia y mandar dinero a su familia. ¿Acaso queremos ser una sociedad mezquina en derechos laborales, humanos y valores morales?

Es imprescindible la férrea actuación del gobierno central y sus instituciones para acabar con estas mafias y redes de explotación de personas. Pero luego, la labor debe seguir. Porque integrar, acoger, devolverles su dignidad requiere mucho más: inspecciones rigurosas, sanciones ejemplares, viviendas dignas, contratos legales y, sobre todo, formación y apoyo real. Mientras todo esto no ocurra, solo tapamos los síntomas, generamos titulares de prensa y breves conversaciones que mueren con el siguiente fichaje del Madrid.

Desde una óptica cívica, es intolerable vivir en un contexto de explotación laboral normalizada, racismo asumido y precariedad generalizada. Defender los derechos humanos no es un extra moral: es ley, es justicia social y, en definitiva, es innegociable. Y, sin lugar a dudas, no todo vale por la “economía local”, o peor aún, por el bien del empresario que obtiene un alto beneficio de la sangre, la injusticia y la explotación. Los derechos laborales no se negocian con hambre, ni se compran a precio de saldo, mientras duermes en una habitación hacinado sin luz, ni agua.

Ciudadanos y políticos tenemos que responder a esta pregunta: ¿continuamos alimentando un sistema que convierte la pobreza en negocio, o levantamos un frente común basado en la empatía, el civismo y los derechos humanos y laborales? Legislación digna, recursos públicos y reforzamiento de inspecciones: no es filantropía, es una obligación constitucional y moral.

Y al mismo tiempo, debemos plantar cara a los discursos del odio: no podemos permitir que se creen bulos, que difunden odio y confusión y se compartan estos bulos los cuales deshumanizan a los migrantes y los convierten en “ilegales” o delincuentes. No es cuestión de utopía o idealismo: es defender una sociedad comprometida con unos valores humanos, sociales, éticos y morales irrenunciables, la cual no se tapa los ojos ante las injusticias, ni acepta los exabruptos de odio y miedo contra “el otro”.

Porque esto no va de un hotel, una persona durmiendo en la calle o en una casa en ruinas: es un problema estructural. No es descontrol: es connivencia. No es temporal: es normalización del abuso. Y si queremos seguir construyendo una sociedad que defienda los valores humanos, sociales y constitucionales que tenemos, a la vez que sea inclusiva y orgullosa de sí misma, no podemos permitirnos tener vecinos durmiendo o trabajando en estas circunstancias. Y por otra parte, no podemos aceptar, compartir, ni reír las gracias de quienes difunden bulos y aplauden discursos que alientan el odio y el miedo hacia otro ser humano.

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