Nuestro colaborador y consultor financiero nos cuenta este mes que «Si tú no tomas el control de tus números, otro lo hace por ti»
Durante años, la contabilidad ha sido un asunto para cumplir y poco más. El empresario llevaba sus papeles al asesor, este cerraba el trimestre y, si había suerte, se acordaban de ajustar algo a final de año.
Hoy eso se ha acabado.
Hacienda ya no se entera de lo que haces tres meses más tarde. Se entera mañana. Y pronto será hoy.
La Agencia Tributaria recibe información diaria de miles de empresas a través del Suministro Inmediato de Información (SII), cruza facturas electrónicas, movimientos bancarios, retenciones y modelos informativos. Y pronto, con la nueva Ley Crea y Crece y el sistema Verifactu, cada factura emitida quedará registrada automáticamente en sus servidores.
En otras palabras: Hacienda tendrá el control de tu empresa en tiempo real.
El fin del “ya lo arreglaremos en el cierre”
El empresario medio siempre ha tenido una relación peculiar con su contabilidad. La usa para declarar impuestos, no para tomar decisiones.
Pero eso ya no funciona.
Cuando cada factura, cobro o retención se comunica casi al instante, el margen para los “cierres creativos” desaparece. Los errores de contabilización, las conciliaciones pendientes o las facturas que se guardan “para el mes que viene” se convierten en banderas rojas automáticas.
El problema no es que Hacienda tenga más información: es que tú sigues gestionando con menos.
Piensa un momento:
- Hacienda ya sabe quiénes son tus principales clientes y proveedores, cuánto les facturas y con qué frecuencia.
- Puede estimar tu margen, tus rotaciones y tu rentabilidad comparándote con el resto del sector.
- Y sabe si tus cobros y pagos cuadran con tus declaraciones.
En muchos casos, la Agencia Tributaria ya tiene una imagen más precisa de tu negocio que tú mismo. Y, no porque te espíe —que también, y sin remilgos— sino porque su sistema procesa datos que tú generas y no les das importancia.
¿Transparencia forzada… o control voluntario?
La transparencia ha llegado para quedarse. Pero ¿por qué si tú tienes esos mismos datos no los utilizas a tu favor?
El empresario tiene dos opciones:
- Seguir viendo la contabilidad como un trámite fiscal, y vivir a merced de lo que diga el programa de Hacienda.
- O usar esa misma información para dirigir su empresa con precisión quirúrgica.
El flujo de datos que hoy llega a la Administración se puede aprovechar a favor del negocio:
- Automatizar informes de gestión.
- Medir rentabilidad por línea, cliente o producto.
- Detectar desviaciones antes que el inspector.
- Y, sobre todo, tomar decisiones a partir de hechos, no de intuiciones.
La digitalización ya no es una moda: es un sistema de control financiero público. Quien no tenga su propia versión interna de ese control, irá a remolque.
Un aviso (y una oportunidad)
No hace falta tener nada que ocultar para tener problemas con Hacienda. Basta con no cuadrar los datos. Un descuido.
Los cruces automáticos detectan incoherencias que antes pasaban desapercibidas: diferencias entre modelos, omisiones de facturas, importes mal asignados. Todo eso salta solo.
La buena noticia es que el mismo sistema que fiscaliza también puede profesionalizar. Las empresas que lleven su contabilidad al día, sin “cajas negras”, no solo dormirán más tranquilas: también podrán planificar mejor, anticipar tensiones de tesorería y hablar con el banco desde la fortaleza de los números, no desde la improvisación ni la desesperación.
En resumen
Hacienda no ha cambiado las reglas del juego: ha cambiado el tablero entero.
Ya no vale mirar la contabilidad una vez al año. Ahora los números están vivos (aunque siempre lo han estado), y si tú no los lees, otro lo hará por ti.
La transparencia no es el problema. El problema es que muchos empresarios aún gestionan como si estuviéramos en 2005. Y en 2025, eso ya no cuadra.





