La nueva era de la música y los grandes eventos culturales busca ser más sostenible y reducir su impacto medioambiental. Mantener el entretenimiento respetando al entorno
Cada vez son más los festivales que apuestan por la sostenibilidad como seña de identidad. Frente al impacto medioambiental que durante años ha acompañado a los grandes eventos musicales, hoy en día la tendencia se orienta hacia la reducción de la huella de carbono, el consumo responsable y la protección del entorno natural. Ejemplos como Monegros Desert Festival, Pirineos Sur o Cruïlla Barcelona demuestran que es posible disfrutar de la música sin poner en riesgo el planeta.
Monegros Desert Festival: combustible 100% renovable
Ubicado en el desierto de los Monegros, en el término municipal de Fraga, este festival aragonés ha marcado un antes y un después en la transición ecológica del sector. En sus escenarios se utiliza combustible 100% renovable de Repsol, lo que permite reducir de forma significativa las emisiones de CO2. «Cuando unimos energías, Monegros suena mejor«, afirman desde la organización, que ha convertido la sostenibilidad en una prioridad sin renunciar a la potencia sonora y escénica del evento.
La empresa NEWTON Energies, con sede en el Bajo/Baix Cinca, es todo un referente en distribución y suministro de combustible, trabajando con la marca Repsol en las provincias de Huesca y Lleida. Desde la dirección de la compañía nos ha explicado cómo este tipo de combustible cada vez está más presente en grandes eventos culturales, «Cada vez más festivales entienden que no se trata solo de compensar emisiones, sino de cambiar el modelo energético, utilizando combustibles renovables, sistemas de eficiencia y energía solar cuando es posible«.


Pirineos Sur: música que respeta el paisaje
En el corazón del Valle de Tena, Pirineos Sur se celebra rodeado de uno de los paisajes naturales más espectaculares del Pirineo. Su compromiso con el medio ambiente se traduce en medidas concretas como:
- Accesos sostenibles con autobuses lanzadera y rutas a pie o en bici.
- Restricción del tráfico privado durante los conciertos.
- Reducción del uso de plásticos y promoción del reciclaje.
- Protección del entorno del embalse de Lanuza, hogar de especies como el quebrantahuesos o el sarrio.
Además, el festival lleva a cabo campañas de concienciación ambiental y mejora de su huella ecológica año tras año, con auditorías de residuos y sistemas de compensación.

Merchandising sostenible: el caso de Importaciones Galiano
El compromiso con la sostenibilidad no solo afecta al consumo energético o la movilidad, sino también a elementos clave como el merchandising. En este aspecto, la empresa Importaciones Galiano, también con sede en el Bajo Cinca, está liderando una revolución verde en el sector.
«Muchos festivales ya utilizan vasos reutilizables para reducir residuos, pero vamos un paso más allá: estamos trabajando con vasos de aluminio, mucho más resistentes, duraderos y libres de plásticos», explica Sergio Galiano, CEO de la compañía. Además, ofrecen lanyards y camisetas fabricadas con materiales 100% reciclables, lo que permite a los eventos ser coherentes con su mensaje medioambiental también en la imagen que proyectan.


Cruïlla Barcelona: un referente en sostenibilidad urbana
Otro ejemplo paradigmático es el del Cruïlla Festival en Barcelona, que desde 2019 ha implementado una ambiciosa estrategia medioambiental. Entre sus acciones más destacadas están:
- La prohibición de plásticos de un solo uso.
- Instalación de fuentes de agua potable gratuitas para reducir el uso de botellas.
- Colaboración con entidades sociales para reutilizar materiales y reducir el desperdicio.
- Medición y compensación de la huella de carbono del festival.
La música como motor de conciencia ambiental
La sostenibilidad ya no es una tendencia, es una exigencia. Los festivales han entendido que su supervivencia pasa por minimizar su impacto y adaptarse a un público cada vez más consciente. Gracias a la colaboración de empresas como NEWTON Energies e Importaciones Galiano, y al compromiso firme de organizadores como los de Monegros, Pirineos Sur o Cruïlla, la cultura y el respeto al planeta pueden caminar de la mano.
En definitiva, el futuro de los festivales no solo suena bien: suena limpio.